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ENTREGA ESPECIAL

A Esmeralda le robaron su inocencia y quedó embarazada; mientras «El Moro», el hombre que la violó sigue libre porque nunca lo denunciaron, por ignorancia; y para el sistema de salud, la menor nunca fue una víctima de violación, sino una paciente más

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Esmeralda, una niña de 14 años de edad a quien le arrebataron su inocencia y su virginidad, descubrió que estaba embarazada cuando la familia la llevó al centro de salud que está a la vuelta de su casa, ellos lo descubrieron por lo abultado de su vientre, pero nadie se sorprendió.

Ninguno de los médicos o enfermeras se detuvo a observar los detalles del embarazo. Nadie dio importancia a su retraso cognitivo y de aprendizaje, tampoco se fijó en la talla de la niña: mide un metro con 32 centímetros, pesa 37 kilos; la pequeñez de su cabeza y sus manos dan la apariencia de tener menos edad, pero ninguno observó la desnutrición ni su contexto de pobreza.

Nadie se cuestionó si una niña como Esmeralda decidió su embarazo o era víctima de violación. Era la primera consulta y tenía 20 semanas de gestación.

Del centro de salud la remitieron al hospital Donato Alarcón por el alto riesgo que representaba su estado de gravidez. Cuando llegó ahí, Esmeralda comenzó su control prenatal, y otra vez ninguno de los médicos y/o trabajadoras sociales observó los detalles de su embarazo.

La familia de Esmeralda la integran sus abuelos, su madre Rosa Elena y sus hermanos Margarita, de 14 años, y Vinicio, de 11. Todos son analfabetas.

Del agresor

“El Moro”, es el apodo de aquel hombre que violó a Esmeralda, la niña de 14 años. Era del pueblo donde viven la niña y su familia.

Cada que quería llegaba a la casa de Esmeralda y amenazaba con que se la llevaría. Una vez lo intentó. Los abuelos la escondieron y le prohibieron que se le acercara. Entonces amenazó con que si le negaban verla los mataría o los enterraría vivos.

Los abuelos le dijeron a Rosa Elena, la madre de Esmeralda, que tenía que irse de la casa y del pueblo para evitar que El Moro cumpliera su amenaza.

Rosa Elena buscó opciones, pero no tuvo dinero para sobrevivir sola con sus hijos, tampoco encontró refugio con un familiar, así que se quedaron, sin saber cuál sería su destino.

Cuando Esmeralda estaba embarazada, ninguno de los médicos dio importancia a su retraso cognitivo ni a que medía 1.32 metros y pesaba 37 kilos

Una tarde de marzo de 2018, en la casa estaban sólo Esmeralda y sus dos hermanos menores, Vinicio y Margarita. Se estaba bañando cuando El Moro llegó, fue al baño y se la llevó.

Vinicio corrió a buscar ayuda. Encontró a un primo. Fueron a buscarla por el rumbo que tomó El Moro. No tardaron: los hallaron en una barranca cercana. El hombre violaba a Esmeralda.

Vinicio y su primo le tiraron piedras hasta que la dejó. El Moro huyó y dejó a Esmeralda tirada en la barranca, desnuda y temblando.

Vinicio tiene muy nítida la escena. No la olvida. Esmeralda, en cambio, nunca ha podido contar lo que pasó.

Vulnerables

Para el sistema de salud en Guerrero, Esmeralda nunca fue una víctima de violación, sino una paciente más. La médica Cristina Romero fue quien notó la vulnerabilidad de la niña.

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Cristina formaba parte del equipo de Médicos Sin Fronteras que ofrecía ayuda a mujeres violentadas en el hospital de Renacimiento. El caso de Esmeralda llamó su atención. Hizo lo que otros ignoraron: observó su vulnerabilidad.

A dos años de haber sido víctima de abuso, la adolescente sigue igual de vulnerable y sin recibir ayuda como víctima.

Intentó acercarse a Esmeralda, no quiso hablar, entonces lo hizo con Rosa Elena, quien le contó lo que hizo El Moro con su hija.

La atendió para prevenir alguna enfermedad de transmisión sexual. Después le explicó a la madre que la menor necesitaba atención sicológica y médica, también le habló de la interrupción del embarazo. Rosa Elena descartó la posibilidad; ella —dijo— no sería capaz de “matar” a su nieta.

Cristina descubrió que en el control prenatal les realizaron ultrasonidos, y en alguna ocasión a las dos las dejaron escuchar el latido del corazón de la niña. Eso, dice Cristina, estableció un lazo sentimental.

En el sistema de salud en Guerrero hay resistencia para aplicar la interrupción del embarazo, incluso, en casos de violación, pese a la vigencia de la Norma Ocial Mexicana para la violencia familiar, sexual contra las mujeres, (NOM046).

La norma indica que, en caso de embarazo por violación, las instituciones públicas de servicios médicos deberán interrumpir el embarazo.

El problema, dice Cristina, es que muchos médicos no están capacitados para aplicar el precepto y han normalizado la violencia contra la mujer.

“Muchos ven normal que una niña se embarace de un hombre mayor, justifican que son usos y costumbres”, comenta Cristina.

Además, señala, hay médicos que prefieren acatar el Código Penal de Guerrero, que condiciona la interrupción de embarazo por violación, a la autorización de un Ministerio Público (MP).

El problema de violencia sexual contra mujeres en Guerrero es profundo.

En 2019, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) contabilizó 345 denuncias por violación. Una mujer fue violada al día.

Esmeralda estudió hasta quinto de primaria, pero la sacaron por inquieta, dice su madre; mientras que su hermano Vinicio quiere estudiar la secundaria.

Para las niñas es más agudo. En octubre de 2019, Inmujeres reportó que en México 11 mil menores de 14 años se convertían en madres al año; 32 menores se embarazaban al día. La mayoría, dijo el instituto, producto de violación.

En 2017, la OCDE colocó a México en el primer lugar en abuso sexual, violación y homicidios contra los niños y niñas: registró 4.5 millones de menores violentados.

La cifra puede ser mucho mayor mucho En México el principal violador de los niños y niñas está en su círculo íntimo: son los papás, tios, primos, y esas agresiones casi no se denuncian.

Cadena de desamparo

La familia de Esmeralda la integran su madre, Rosa Elena, de 37 años, y sus hermanos Margarita, de 14, y Vinicio, de 11. Los cuatro tienen discapacidad intelectual. Ninguno sabe leer ni escribir. Todos tienen problemas de desnutrición y viven en la casa de los abuelos.

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La vivienda es un cuarto de ocho por cuatro metros. Una parte del techo es de lámina de cartón, otra de bolsas de plástico. No tienen cocina ni refrigerador. Cuentan con dos camas para todos.

Se mantienen con lo que gana el abuelo vendiendo botes de plástico y empleándose de cargador, pero no es suficiente.

Otra parte del ingreso lo obtienen de los programas sociales que reciben los niños y Rosa Elena, pero hay riesgo de que se los quiten porque los menores dejaron la escuela.

Vinicio quiere estudiar la secundaria; Rosa Elena no lo inscribió porque no pudo pagar las cooperaciones, los útiles y los uniformes, aunque se sincera: tampoco iba a poder pagar los pasajes.

Hay otra razón importante: Vinicio no sabe leer ni escribir.
Esmeralda estudió hasta el quinto grado de primaria. Su madre dice que la sacaron porque era muy inquieta y la mandaron a terapias psicológicas.

A las sesiones fue un tiempo, después ya no se pudo, pues llevarla costaba 200 pesos, así que no titubearon en decidir entre las terapias o la comida.

La familia vive con los abuelos desde hace cuatro años, cuando Rosa Elena decidió dejar a su esposo. El hombre no trabajaba y casi siempre que llegaba borracho la golpeaba. Huyó cuando la familia de su esposo lo ingresó a un centro de rehabilitación.

Desde hace cuatro años la familia de Esmeralda se fue a vivir con sus abuelos porque Rosa Elena, la madre, sufría violencia por parte de su esposo

La historia de Rosa Elena también es de violencia y violación: su esposo se la robó, se la llevó a vivir con él y la puso a trabajar en una cantina.

En estos tres años, los abuelos se han hecho cargo de los cuatro, pero la abuela ya se va porque su esposo la maltrata.

Piden alerta de género
Viridiana Gutiérrez es la coordinadora del Observatorio Ciudadano de Violencia hacia las Mujeres en Guerrero. Desde hace años centra su energía para que se homologue el artículo 159 del Código Penal con la NOM046.

El año pasado, el Observatorio solicitó la segunda Alerta de Género en Guerrero, esta vez, por agravio comparado, para que las autoridades homologuen el código con la norma. La alerta fue admitida, pero las reformas no llegan.

Hace dos años, propusieron al secretario de Salud, Carlos de la Peña Pinto, que dé certeza jurídica a los médicos para aplicar la NOM046 ante el temor de meterse en problemas legales, con una circular en la que autorice la interrupción del embarazo.

“Nosotros hemos dicho que apliquen el criterio pro-persona, que cuando se cruzan dos leyes, se le dé preferencia a la ley que más protege a las personas. Es decir, si el Estado no pudo evitar que las violaran, por lo menos que las atienda adecuadamente”, dice Viridiana.

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En octubre de 2017 entregaron al funcionario la circular redactada para que sólo fuera firmada, incluso, ofrecieron capacitar al personal de salud de forma gratuita. Siguen sin respuesta.

De parte del secretario han encontrado resistencia. Viridiana cuenta cómo en un taller que impartían a personal de salud le explicaron la necesidad de rmar la circular. El secretario se negó: “En Guerrero no se hacen abortos si no vienen con denuncia”, recuerda la respuesta del funcionario.

Hasta ahora, pese a que está activa la segunda Alerta de Género, lo que han logrado es que en Guerrero apliquen la NOM046 dos hospitales, el Donato Alarcón, en Acapulco, y el Raymundo Abarca, en Chilpancingo.

Esto, dice Viridiana, es importante pero insuficiente: de 81 municipios que tiene Guerrero, sólo en dos se aplica la norma; y población, como la indígena, sigue sin ese derecho.

La familia se mantiene con lo que gana el abuelo vendiendo botes de plástico y empleándose de cargador. Vinicio ayuda en la recolección.

La resistencia no sólo es del Sector Salud, también de los ministerios públicos. Viridiana recuerda el caso de una chica de 16 años que fue violada en el municipio de Ometepec. Decidió abortar y junto con sus padres asistió al MP a denunciar y a obtener la autorización para la interrupción del embarazo.

La agente trató de convencerla y puso muchos obstáculos, incluso, ofreció adoptar al niño si decidía tenerlo, luego la hostigó. La amenazó: si descubrían que no fue violada la iban encarcelar. Tras la autorización, la agente envió patrullas al domicilio de la chica hasta que se realizó la interrupción.

“En estos dos años, el Estado es el responsable de que niñas y mujeres estén pariendo hijos de sus violadores”, reclama Viridiana, y añade que es importante la aplicación de la norma porque eso implica que el Estado asume la reparación del daño de las mujeres violadas.

En Guerrero, que las mujeres violadas queden embarazadas es una realidad y eso lo sabe la Secretaría de Salud.

A través de una solicitud de información, la dependencia informó que en hospitales y centros de salud de Guerrero, en 2019 se realizaron 29 interrupciones de embarazo, nueve fueron niñas de entre 13 y 17 años.

Las 29 mujeres fueron violadas.

Niña dando a luz en su casa

Eran las cuatro de la mañana del 3 de septiembre de 2018. Esmeralda comenzó a sentir dolores, estaba en trabajo de parto. Despertó a su mamá y a su abuela. Las dos ayudaron a Esmeralda, quien se convirtió en madre a los 14 años.

Rosa Elena tomó a Esmeralda y a la niña, salieron caminando a la carretera federal Acapulco-Oaxaca para encontrar un taxi que las llevara al hospital. Era urgente: Esmeralda tenía una crisis de pulmonía y la bebé se ponía “morada”. Las dos niñas estuvieron internadas cuatro días.

El último día, los médicos informaron a Rosa Elena que su nieta había muerto. Murió, según el acta de defunción, de un choque séptico, sepsis neonatal y de neumonía. Tenía 27 semanas de gestación. Midió 37 centímetros y pesó un kilo 185 gramos. La nombraron Karla.

Los médicos también pidieron que buscara una funeraria. La mujer no contaba con el dinero para ese servicio.

Médicos y trabajadores se cooperaron para pagarle un taxi que las llevara hasta su casa de forma clandestina. Rosa Elena, Esmeralda y la niña salieron por la puerta trasera del hospital.

A dos años, Esmeralda sigue igual de vulnerable y sin recibir ayuda como víctima. Rosa Elena aún piensa que iba a “sacar adelante” a su nieta, pese a la pobreza en la que viven. El Moro sigue libre porque nunca lo han denunciado.

Por: Arturo de Dios Palma/El Universal,México/GDA

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Cómo el nombre de Lionel Messi salvó a una abuela israelí

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«Yo soy de donde es Messi», dijo Ester Cunio, de 90 años, a los dos hombres armados palestinos enmascarados que momentos antes habían invadido su casa en el sur de Israel.

Era la mañana del 7 de octubre y Hamás estaba llevando a cabo una masacre en las comunidades cercanas a la frontera de Gaza, incluido el kibutz Nir Oz, donde vivía Cunio, nacida en Argentina.

Cunio relató el espeluznante encuentro en un nuevo documental sobre la masacre de Hamás centrado en la comunidad latino-israelí titulado «Voces del 7 de octubre – Historias latinas de supervivencia».

Los dos hombres armados exigían saber dónde estaba el resto de su familia.

«’No me hables’, les digo, ‘porque yo tu idioma no lo sé’, el árabe, ‘y yo el hebreo hablo mal’, le digo, ‘yo hablo en argentino, en castellano’», relató Cunio. «Entonces me dice: ‘¿Qué es Argentina?’».

Ella dirigió la conversación hacia el astro Lionel Messi mientras se comunicaba con los intrusos con una combinación de hebreo entrecortado, español y gestos.

«Entonces le digo, ‘¿vos mirás fútbol?’, y entonces me dice, ‘sí, fútbol, me gusta’. Entonces le digo, ‘yo soy de donde es Messi’, entonces él me contesta, ‘¡Messi! A mí me gusta Messi’».

Luego, en uno de los momentos más surrealistas de la masacre del 7 de octubre, un hombre se inclinó sobre Cunio, que estaba sentada, y le colocó su fusil de asalto en el regazo. El otro hombre les fotografió.

«Me puso la mano así», dijo Cunio, extendiendo dos dedos. «Y nos sacaron la foto y, bueno, entonces se fueron».

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La foto de Cunio con un AK-47 en el regazo, y el asaltante enmascarado con una bandera palestina en su chaleco militar, se hizo viral en las redes sociales.

Él llevaba en la frente un pañuelo de la Yihad Islámica, un grupo armado más pequeño que se unió al ataque de Hamás.

En otra parte de Nir Oz, familiares de Cunio fueron tomados como rehenes.

Sus nietos David, de 33 años, y Ariel, de 26, siguen cautivos en Gaza. David fue secuestrado junto con su esposa y sus hijos gemelos, que posteriormente fueron liberados durante una breve tregua en noviembre a cambio de prisioneros palestinos.

Ahora, dijo, espera el regreso de sus «chicos que valen oro».

El ataque de Hamás desencadenó la devastadora guerra que asola Gaza desde hace más de cinco meses.

Tanto Argentina como Perú han declarado que ciudadanos de sus países han muerto en el conflicto, mientras que México ha dicho que había ciudadanos mexicanos entre los secuestrados. Decenas de supervivientes fueron entrevistados para el documental en español.

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Conductora, ejemplo en Morazán

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Foto: Cortesía

Débora Rocío Vásquez Argueta es una joven de 21 años, originaria de San Simón, Morazán; que en poco tiempo de trabajar en el transporte colectivo se ha ganado el cariño y la confianza de los usuarios por su amabilidad y entusiasmo, es la única mujer que trabaja en el departamento en ese rubro.

Hace aproximadamente un mes, la joven comenzó a trabajar en la ruta 328 que hace su recorrido de San Francisco Gotera a Sociedad, con emoción y deseo de servir a la población.

En un primer momento, los usuarios se sorprendieron al ver a una joven manejando dicha ruta, pero con el paso de los días conocieron que era una conductora precavida y que se preocupaba por el bienestar de los usuarios.

«Desde el primer día que me senté en el asiento del conductor sentí la responsabilidad de que debía hacerlo bien porque iban más personas a mi cargo», comentó Rocío sobre su experiencia. Cada día, la joven se levanta a las 4 de la mañana para arreglarse y llegar a Gotera para empezar la jornada laboral. Antes de iniciar el primero de los cuatro recorridos que hace en el día, Rocío aseguró que encomienda su camino a Dios y revisa que el bus esté en óptimas condiciones para hacer la ruta.

Rocío contó que aprendió a los 13 años a manejar un vehículo estándar gracias a sus hermanos y su papá, quienes consideraron importante que desarrollara la habilidad. A los 18 años se animó a aprender a manejar autobuses y tan solo cumplió 21 años sacó la licencia pesada para trabajar.

Foto: Cortesía

«Desde el primer día la gente me ha tratado muy bien. Las madrugadas son duras, pero la gente lo motiva a uno para venir a trabajar, la gente también siento que se pone alegre conmigo», comentó. Rocío estudió un año de Doctorado en Medicina, porque uno de sus sueños es convertirse en doctora; sin embargo, debido a diversas circunstancias no ha continuado la carrera.

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«No descarto aún estudiar la carrera en un futuro. Por el momento pienso que de una u otra forma puedo servir a la población, ya sea como médico o como conductora trasladando personas de un lado a otro, igual me gusta mucho este trabajo», añadió Rocío. Se volvió conocida en las redes sociales y en medios televisivos debido a que, usuarios compartieron videos de ella atendiendo con gran amabilidad y paciencia a los pasajeros.

A pesar de no haber tenido la intención de volverse popular en redes sociales, espera que su historia motive a otras mujeres y niñas para entender que pueden lograr lo que deseen y a que vean que no es un rubro solo para los hombres.

 

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VIDEO | Abuelita de 90 años sobrevive bajo los escombros durante 5 días tras terremoto en Japón

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En medio de la devastación causada por el terremoto de magnitud 7.5 que sacudió la península de Noto en Japón el día de Año Nuevo, una historia de supervivencia ha emergido con el rescate de una nonagenaria que pasó cinco días atrapada bajo los escombros de su casa. El desastre ha cobrado la vida de al menos 128 personas y ha dejado a 195 desaparecidos.

La anciana, cuyo nombre no ha sido revelado, fue finalmente encontrada con vida en la ciudad de Suzu el pasado sábado, después de haber sobrevivido bajo los escombros desde el inicio del terremoto el 1 de enero. A pesar de que la esperanza de encontrar sobrevivientes disminuye típicamente después de varios días, esta historia milagrosa ha inspirado a las operaciones de rescate en curso.

La mujer fue rápidamente trasladada a un hospital para recibir tratamiento, donde se informó que estaba respondiendo claramente a las preguntas de los socorristas. Las imágenes de su rescate bajo la lluvia fueron capturadas en video y difundidas por los medios locales, mostrando el aliento y el apoyo constante de los rescatistas mientras luchaban por liberarla de los escombros.

Sin embargo, a medida que las operaciones de rescate continúan, no todos han tenido la misma suerte. En la ciudad de Anamizu, un hombre de 52 años, que había perdido a su hijo de 21 años y a sus suegros en el terremoto, aún espera noticias de otros miembros de su familia, expresando su angustia en una entrevista con NHK.

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Las difíciles condiciones climáticas, que incluyen la caída de nieve prevista para este domingo, representan un nuevo desafío para las operaciones de rescate en la península de Noto. Muchas comunidades han quedado aisladas debido a carreteras dañadas y deslizamientos de tierra, dificultando el acceso de los vehículos de ayuda.

La preocupación por el mal tiempo también se extiende a los más de 30 mil residentes que se encuentran en 366 refugios del gobierno, ya que la entrega de suministros y material de socorro se ha visto afectada por la falta de acceso a estas áreas afectadas por cortes de agua y electricidad.

El Primer Ministro Fumio Kishida ha declarado que la prioridad principal es rescatar a las personas atrapadas bajo los escombros y llegar a las comunidades aisladas. Las operaciones de rescate continúan mientras el país se esfuerza por hacer frente a las consecuencias devastadoras de este trágico terremoto.

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